Enigma 68

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Por Román Ceano

Knox supervisaba y empujaba, mientras intercambiaba acertijos Carrollianos con las que podían comprenderlos. A Denniston le enviaba alegres mensajes que versaban sobre una cacería de langostas que parecía ir muy bien: “Hoy Mavis ha pillado una bien bonita y muchas más caerán pronto”. Aunque tenía breves episodios de solipsismo, se le veía eufórico mientras destrozaba la Enigma de la Abwehr, que para más ignominia quedaría bautizada para siempre como la Enigma Langostera.

En primer lugar, determinaron la relación entre los indicativos y los giros de las ruedas para lo que fue necesario caracterizar estos últimos. A continuación desarrollaron el cableado de las ruedas, y finalmente establecieron la relación entre éste y los indicativos (es decir, la configuración de anillo). Para esto último hizo falta descifrar un mensaje y Knox fue el encargado de conseguirlo en un extenuante tour de force con el rodding o partiendo sólo del hecho de que los mensajes empezaban con un número. Encontró el número de ese mensaje y luego se abrió paso hasta el final por entre los saltos de rueda cada tres o cuatro teclas. Tuvo que terminar en su casa, ya que estuvo de baja algún tiempo.

La Enigma del Abwehr había resultado mucho menos segura de lo que los alemanes habían pensado, porque el truco de poner muchos puntos de giro, aunque complica el rodding no lo impide y además permite orientarse sobre la posición de las ruedas en cada momento. Al igual que sus hermanas, la Enigma Langostera sufrió del sorprendente poco cuidado de los operadores, que habían aprovechado que tenían cuatro letras en el indicativo para hacer aún más disparates que sus colegas que trabajaban con tres. Palabrotas, nombres de novias y secuencias obvias del teclado facilitaron el trabajo del personal de la Granja. Pero sobre todo sufrió haberse cruzado en el camino de Knox cuando éste estaba en la cumbre de su genialidad y rodeado de un equipo compacto de ayudantes muy inteligentes.

Se procedió a la elaboración de catálogos del pseudo-reflector -es decir, de las parejas devueltas por las dos ruedas lentas y el reflector- de manera que los resultados del rodding permitiesen directamente obtener el orden y posición de sus elementos. También se modificaron máquinas Type-X para utilizarlas en el descifrado una vez hallada la clave. Se controlarían las cuatro redes de la Abwehr, para lo que haría falta más personal dedicado al rodding y a las tareas posteriores, puesto que cada una tenía su clave.

La investigación tocaba a su fin por lo que se reanudó la lucha entre Knox y Denniston. Denniston había escrito un memorándum confidencial en el que daba todo el crédito a Knox y expresaba su enorme admiración por él. Sin embargo no estaba dispuesto a renunciar a su autoridad. La hazaña de Knox debía mantenerse secreta a toda costa, incluso para el resto de BP. Sabía que eso le pondría furioso, porque Knox consideraba desleal sospechar de sus compañeros. Además, deseaba el aplauso de sus iguales después de semejante logro, quizás la cima del criptoanálisis de todos los tiempos. Ya en la Sala 40 se había quejado de como se silenciaban los éxitos de los criptoanalistas y como De Grey -el artífice del telegrama Zimmerman- no había recibido más reconocimiento que palmadas en la espalda de media docena de compañeros.

Pero en este caso la información era tan sensible que incluso saber que era aún más sensible de lo que parecía era vulnerar un secreto. El descifrado rutinario de la Enigma Langostera era el espaldarazo final a la operación Doble X, la más secreta entre las secretas, la jugada maestra del espionaje: generalizar el concepto de agente doble haciendo que todos los agentes fuesen dobles y trabajasen juntos.

Tras dos años de peripecias y aunando ingenio con audacia, el MI5 ya había logrado tener bajo control a varios agentes alemanes que operaban en Inglaterra. Tanto los que habían llegado a la isla en paracaídas o desembarcando de submarinos, como los reclutados sobre el terreno o los que habían intentado infiltrarse en medio de las oleadas de refugiados, habían sido identificados y laboriosamente interrogados. Muchos fueron confinados o incluso ahorcados porque no quisieron colaborar, otros se convirtieron en agentes dobles, enviando mensajes dictados por el MI5 desde casas seguras por todo el país.

Dick White, un historiador reclutado durante los años 30, era el cerebro de la operación. Él había diseñado el modelo en que a cada agente doble se le asignaba un oficial, que no se limitaba a darle los mensajes para enviar sino que desarrollaba con él toda una vida ficticia que explicar a los controladores. Cuando estuvieran razonablemente seguros de que todos los agentes estaban neutralizados y vueltos contra los alemanes, se podrían lanzar a inventar ficciones muy complicadas y muy alejadas de la realidad, ya que las mentiras de unos reforzarían las de los otros.

Pero si además podían leer todos los mensajes entre las estaciones y Berlín, la operación podía alcanzar un grado enorme de perfección. En primer lugar sería posible desactivar al resto de agentes activos y estar completamente seguros de que no había más. Además el MI5 podría evaluar las reacciones de los espías alemanes a las diferentes intoxicaciones, para graduarlas y matizarlas según hiciera falta. Si algo les resultaba sospechoso podían hacer que el agente doble en futuros mensajes modificara la información hasta que fuera creíble o incluso “quemarlo”, haciendo que fuera tan torpe que los alemanes se dieran cuenta pero no sospecharan del resto.

Conociendo la lista de la compra que se enviaba al residente desde Berlín, podían encelarlo y manejarlo a su antojo. De hecho se podrían planificar las carreras de los controladores favoreciendo a los que conviniera. Para decirlo en pocas palabras, la hazaña de Knox unida al plan de White convertían la Abwehr en un aliado de Inglaterra y en una vía directa para intoxicar los más altos niveles de la inteligencia y el poder de decisión de Alemania.

Seguramente ajeno tanto a la operación Doble X como a los problemas enfrentados por Denniston a causa de disfunciones departamentales de BP, Knox siguió con su tira y afloja hasta que Denniston decidió dejarlo dentro del circuito. Se renombró la Granja como ISK (Intelligence Service Knox), que trabajaría junto el grupo ISOS que continuaría en el colegio Elmers.

Desgraciadamente, el día de Navidad de 1941, día en que se consagraba administrativamenteel ISK, Knox confesó a sus más allegados de BP que las indisposiciones cada vez más graves que habían observado en él, no eran como les había dicho consecuencia de “algo leve” si no la reaparición de un cáncer del que había sido operado años atrás. El pronóstico era muy grave y la supervivencia improbable. Les dijo que ya no se sentía con fuerzas para trabajar en BP y que a partir de entonces trabajaría desde su casa de campo. Una tiniebla más para las navidades negras de 1941, con Singapur a punto de caer y toda Europa en manos de Hitler.

 
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