Enigma 58

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Por Román Ceano

A la herrumbrosa Marina inglesa no le resultó fácil hundir al Bismarck. Fue necesario todo el lunes para conseguir que los aviones con base en el portaviones que llegaba desde Gibraltar le lanzaran sus torpedos. La poca visibilidad y lo precario del control de vuelo hicieron que estuvieran a punto de hundir un barco propio. Finalmente, al anochecer lograron lanzarle algunos torpedos.

Al principio pareció que no le habían causado ningún daño, pero un piloto especialmente tozudo logró determinar por entre las nubes bajas que ahora el Bismarck navegaba en círculos. El almirante Tovy, comandante de la flota principal, estaba a punto de volver a puerto porque apenas sí le quedaba combustible. Varios barcos de la flota ya habían regresado por esa causa. Al oir la noticia, puso rumbo hacia el acorazado alemán y cuando llegó a la zona se dispuso a esperar el amanecer.

Durante la noche una flota de cruceros ingleses intentó varias veces aproximarse para lanzarle torpedos, pero el fuego certero del Bismarck los alejó. El acorazado navegaba dando bandazos en dirección contraria al viento, porque ése era el único rumbo que le permitían sus timones averiados. Sin poder controlar el barco, los alemanes no tenían forma de enfrentar a los ingleses y sabían que era cuestión de tiempo que los hundieran. Probablemente prefirieron pasar la noche escaramuceando con los cruceros que pensando en el futuro.

A las ocho de la mañana del martes, el Norfolk, el mismo barco que seguía al Bismarck desde el viernes por la tarde y que durante la noche lo había acechado a distancia de radar, le dio a Tovey el rumbo y posición de su adversario. Tovey trazó el plan de batalla y se lo explicó con toda solemnidad a los oficiales. Se acercarían por proa para cruzarse con el acorazado alemán y tras intercambiar andanadas con él virarían para pasarle la T por la popa.

Con la desesperante lentitud de las batallas navales, el Rodney y el King George V -en el que viajaba el almirante- navegaron hacia el Bismarck y abrieron fuego cuando lo tuvieron al alcance. El Bismarck no podía esquivar los disparos, pero estuvo a punto de alcanzarlos varias veces. Tras la maniobra por popa, lograron destruir el puente de mando de dirección de tiro y después acallar sus cañones uno por uno mientras se ponían otra vez a su altura.

En ese momento todos los barcos menores que estaban en la zona -entre ellos el Norfolk- se acercaron a toda máquina y empezaron a descargar andanadas a bocajarro. Tras varias horas de bombardear el casco destrozado, que seguía a flote moviéndose de forma cada vez más lenta, y sin que la tripulación del Bismark diera señales de rendirse, el almirante Tovey, ordenó que fuera torpedeado por un crucero. Cesó el fuego y el crucero Dorsetshire realizó el apuntillado de forma precisa y con un solo torpedo. Finalmente empezó a hundirse y la tripulación saltó a los botes o directamente por la borda.

El mismo Dorsetshire, salvó del mar a 110 tripulantes mientras el resto de barcos ingleses se alejaban rápidamente por temor a la llegada de los aviones desde Francia. Más de 2.000 hombres hombres murieron durante el cañoneo, en el hundimiento o abandonados en el agua.

En el Almirantazgo y en toda Inglaterra la noticia fue recibida con alborozo. Harriman y el presidente Roosevelt también se sintieron liberados por no tener que perseguirlo, con el riesgo de incidentes que eso significaba. En Bletchley Park todo el mundo felicitó a Hisnley. Mavis Lever tuvo un sentimiento contradictorio, ya que se sentía culpable por estar contenta de que hubiera muerto tanta gente.

Algunos testigos que las fuentes consideran dudosos, afirman que la tarde del domingo se descifró un mensaje de la red Roja que era la respuesta a un comandante destacado en Grecia que se había interesado por un pariente embarcado en el Bismarck. Según estos testimonios (sospechosos porque no se ponen de acuerdo ni en el parentesco ni en el grado del oficial) la respuesta decía que el Bismarck se dirigía a la Bretaña francesa. Todas las fuentes están de acuerdo en que si ese mensaje existió llegó demasiado tarde como para servir de algo, ya que cuando supuestamente fue descifrado todo el mundo estaba ya convencido de que Hinsley tenía razón.

El mismo martes en que el Bismarck fue hundido, Churchill envió autorización a Freyberg para que iniciase la evacuación de Creta. Éste la había pedido el día anterior pero Churchill había tardado 24 horas en aceptar la nueva derrota.

El heroísmo mostrado por la guarnición inglesa durante el fatídico fin de semana que habían pasado haciendo frente a tropas de élite bajo la insoportable presión del apoyo a tierra alemán (una mezcla fatal de ametrallamientos rasantes, bombardeo de precisión y bombardeo pesado de alfombra) fue exaltado, mientras la monumental estupidez de Freyberg fue piadosamente olvidada.

Puestos a sacar algo positivo, en Bletchley Park se congratularon al descifrar un mensaje alemán en el que se decía que el comportamiento de los ingleses mostraba claramente que para ellos Enigma era indescifrable. Las sospechas suscitadas por los extrañamente prescientes movimientos ingleses durante la retirada en el Peloponeso, quedaron disipadas por el momento.

 

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