Enigma 07

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Por Román Ceano

Al filo de lo imposible

No desprecies a la serpiente
porque no tiene cuernos,
podría convertirse en dragón...

Ling Chung

En 1920, el nuevo estado Polaco ganó la guerra más grande de las varias en que se había visto envuelto desde su fundación el año anterior. Un numeroso ejército revolucionario ruso fue derrotado cuando intentaba reconquistar los territorios cedidos a los alemanes en la paz de 1917. Ahora pertenecían a Polonia y estaban defendidos por su ejército de veteranos, que estrenaba bandera. El Mariscal Pildsuski, un antiguo soldado polaco del ejército prusiano cuya única obsesión desde 1914 había sido refundar Polonia, dirigió las maniobras defensivas, que culminaron en un ordenado contraataque, que fue ganando inercia hasta desbandar a los rusos más allá de sus fronteras. Fue la apoteosis de la demiurgia nacionalista, cuando el odiado opresor ruso huyó, puesto en fuga por un ejército de patriotas. En pocos meses, Polonia había pasado de nación oprimida, desahuciada por la historia, a potencia regional.

El ejército polaco combinaba el ardor patriótico con la experiencia profesional, pero tenía además un arma secreta. Veteranos activistas políticos de las tres clandestinidades que habían vivido los polacos, nutrían las filas de un floreciente servicio de inteligencia. Mediante agentes dobles, intercepciones de mensajes y análisis cuidadoso, durante toda la campaña habían estado en condiciones de informar sobre la posición de los rusos e incluso sobre sus planes inmediatos.

Cuando terminó la guerra se formalizó un departamento llamado Segunda Sección del Estado Mayor que agrupaba todos los servicios relacionados con actividades secretas. En varias localidades se instalaron antenas para captar tanto los mensajes de los ejércitos enemigos como las transmisiones de los agentes propios sobre el terreno. Una vez conjurado el peligro en el Este, giraron su atención al Oeste, donde la Alemania malherida post-Versalles se debatía entre la dictadura militar, la revolución bolchevique y la democracia de partidos, sin que se atinase a ver en qué hueco se pararía la bolita.

A medida que pasaron los años, Alemania se fue estabilizando. Los polacos estaban más o menos tranquilos, porque gracias a la efectividad de sus criptoanalistas podían monitorizar la amenaza de forma muy precisa y no vislumbraban un peligro inminente. Francia había montado durante la Gran Guerra una estación de escucha y descifrado que superaba el sistema tradicional de que cada mensaje era descifrado individualmente por una persona. Habían creado una estación con mucho personal que funcionaba en departamentos separados de adquisición, compilación de códigos, descifrado, análisis y archivo. Con ello siempre habían tenido bajo control todos los mensajes alemanes y habían sacado un gran provecho de ello. Ahora los franceses instruyeron a los polacos y éstos recrearon la metodología. Fuera por escasez de personal o fuera por convencimiento, los servicios secretos polacos empezaron a reclutar matemáticos además de lingüistas, que había sido la opción obvia tradicionalmente.

En la Polonia de la época existía una pujante escuela de matemáticos y lógicos que trabajaban alrededor de la revista Fundamenta Matematicae de Varsovia, cuyos nombres más emblemáticos eran Sierpinsky y Tarsky, famosos por sus contribuciones a la dilucidación de la independencia de la hipótesis del continuo, versión moderna de un problema dos veces milenario. Se sabe que Sierpinski en persona colaboró con la Segunda Sección desde el principio junto a otros matemáticos polacos mundialmente famosos como Mazurkiewikc. Muchos de estos matemáticos procedían de Prusia y habían estudiado en Gotingen, capital mundial de la matemática durante el cambio de siglo. Al principio de la Gran Guerra, cuando Alemania había arrebatado Varsovia a los rusos tras la derrota de los lagos de Tannenberg, se habían trasladado allí para refundar la universidad cerrada durante un siglo. En pocos años, la semilla había fructificado y a mediados de la década varias facultades por toda Polonia impartían matemáticas al mismo nivel que Gottingen. La Segunda Sección realizaba regularmente cursos sobre Criptográfía a los mejores estudiantes de cada promoción y reclutaba a los que mostraban más talento.

 

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